Pasado, presente, futuro. Tres caminos: una vida.

domingo, 16 de febrero de 2014

8.02 - Emma

Los colores se mezclaban violentamente y la fuerza se apoderaba de mi obra. Había energía en mis dedos y podía sentirla fluir hasta llegar a la punta del lápiz. Toda la semana el cielo había sido escenario de una gran batalla: la lluvia y el sol no querían dar el brazo a torcer y el arco iris intentaba en vano oficiar de mediador. El clima había generado en mí una violenta sensación que debía manifestar en el exterior; en el papel. Un poderoso tornado se acercaba peligrosamente a una pequeña ciudad que había avanzado en beneficio del tan codiciado progreso y que estaba adornada con altos edificios y un gran avance tecnológico que se respiraba en el aire. Podía ser la más evolucionada de las sociedades pero la naturaleza podía arrasar en poco tiempo con los grandes logros y recordarles su propio origen.
Suspiré al ver mi cuadro terminado y apagué la música. Me recosté en la cama y comencé a pensar. Ese día era sólo para mí y aún no había decidido qué hacer. Debía estudiar un poco pero la mayor parte del tiempo me pertenecía, debía aprovecharlo al máximo. Había comenzado de la mejor manera, jugando con los colores en el papel y no sabía cómo seguir. Estudiaría a la noche pues la luna me sentaba bien para concentrarme.
Se acercaba el mediodía y tampoco quería quedarme en casa a almorzar. Las comidas en familia nunca habían sido de mi agrado y, después de la charla con mi padre, estaba segura que los gritos no tardarían en aparecer.
Miré mi celular; necesitaba saber cuánto tiempo disponía. Tres nuevos mensajes, rezaba la pantalla. Mi teléfono no funcionaba realmente como un medio de comunicación. Su misión principal era informarme la hora y molestarme cuando mis padres necesitaban algo de mí. No tenía nadie que me llamara pues Elías y Rosa se comunicaban directamente a casa. Nunca había sido muy fanática de la tecnología y el celular significaba una gran irritación en la mayoría de los casos. No tenía sentido que mi buzón almacenara tantos mensajes y me fue fácil suponer que la empresa que había contratado me enviaba propagandas inservibles.
Abrí el primero y un número desconocido se apropió de la dirección del emisario: tenemos que salir uno de estos dias, no see nada d tu vida. Seguro se habían equivocado. Podes contestarme? No te hagas la mala, salgamos. Esos mensajes no estaban dirigidos a mí, se habían equivocado sin lugar a dudas. Disculpa, soy Luca. Mi corazón dio un brinco y mi exterior permaneció frío e inamovible. ¿Cómo había conseguido mi celular? Sólo había una respuesta factible, la mamá de Agustín le había dado mi número.
-¡Emma! -gritaron a lo lejos.
-¡¿Qué querés?! -respondí a mi molesta madre.
-¡Necesito que vayas a comprar comida!
Sólo había una forma de escapar y debía aprovecharla. Te veo en una hora en España y el río, respondí. Me abrigué rápidamente, tomé algo de dinero y guardé mi mp3. Abrí la puerta y me escabullí hasta la entrada.
-No puedo, Elisa. Salgo con un amigo, vengo a la noche -le dije mientras partía.
-¿Por qué no avisás ant..?
No dejé que terminara de hablar. Quería huir de allí y no podía dar pie a quejas. Mis oídos se maravillaron con la voz de Florence Welch entonando las notas de una de las mejores canciones que Florence + the Machine podía tener: Shake It Out.
And I've been a fool and I've been blind
I can never leave the past behind
I can see no way, I can see no way
I'm always dragging that horse around
Sus palabras me guiaron hasta mi destino, lejos de mi hogar pero no lo suficiente como para convencerme de tomar un colectivo. Mis piernas estaban entrenadas para largas distancias y mi mente necesitaba recorrer el sendero. Sentía fuertes deseos de alejarme por mi propia voluntad de ese mar de problemas en el que se había convertido mi hogar. Mi cabeza me exigía huir y escapar de los problemas, negar mi realidad y crear una fantasía de mi propia autoría. Cuando caminaba solía pensar que mi vida no era mía sino una mala broma de mi atropellada mente y que realmente mi realidad era absolutamente distinta.
Mi realidad no real era más bella que la que me golpeaba todas las mañanas al apoyar mis pies en el suelo. Solía pensar que vivía sola y que Lira y un pequeño cachorro adoptado recientemente eran mi única familia. Solía imaginar que trabajaba en la biblioteca y que los fines de semana en la noche me presentaba en bares cantando con una banda que había formado en el último tiempo. Solía alejar todos mis problemas al caminar porque los dejaba atrás. Mis pasos me guiaban lejos de la telaraña que me apresaba y asfixiaba. Me alejaban de la mierda a la que me había acostumbrado pero rechazaba siempre que podía.
El parque lucía desolado, realmente no había notado que no sólo estaba fresco sino también nublado. Luca no había llegado y dudada que realmente lo lograra. Me senté y abracé mis rodillas. El río era mecido suavemente por el viento y el gris del cielo lograba que todo luciera más apagado y real. Comenzaba a dudar que viniera. Había creído ingenuamente que respondería a un mensaje tan violento y directo con una sonrisa y compañía. No tenía derecho a pedirle eso, no podía exigirle nada.

-Perdón por la demora -murmuró al sentarse a mi lado-. Fui a comprar algo de comida. Supuse que no habías comido -sonrió.
Dejó una pizza y una gaseosa en el suelo. No lo había notado pero comenzaba a tener hambre y el olor a comida no ayudaba.
-¿Querés que la comamos ahora? Recién la compré y está calentita -comentó.
-Me parece perfecto -respondí y ataqué una tentadora porción-. ¿No tenías nada que hacer? -pregunté irritantemente.
-Me pediste que viniera y acá estoy -respondió-. ¿Cómo estás?
-Bien -miré el río que cada vez era agitado más fuerte por el viento, ya no lo acariciaba ahora lo violentaba.
-Me alegro -sonrió.
Terminamos de comer la pizza en silencio. No sé qué buscaba él pero yo estaba bien así; era el precio que pagaba por huir de mi realidad.
-¿Cómo te va en la facultad? -murmuró- No es que realmente me agrade tu decisión pero... la respeto.
-Me va bien -comenté desganada-. En unas semanas empiezo con los finales.
-Que horrible -expresó.
-Sí -asentí, no quería hablar, sólo quería estar.
-¿Para qué me dijiste que viniera? -preguntó dejando a un lado la caja de pizza y la botella de gaseosa vacía.
-Tenía que alejarme de casa -contesté-. Acá se está mejor que allá... En cualquier lugar se está mejor que allá.
-Eso no es una respuesta.
-Te usé para irme a la mierda -murmuré-. Yo diría que es una buena respuesta.
-Podrías haber mentido pero no lo hiciste...
No podía refutárselo porque estaba en lo cierto.
-Preferiste salir conmigo en vez de vagar por la ciudad... -murmuró- y sé que solés hacer eso.
-¿Y vos cómo lo sabés?
-Porque lo hacías cuando estabas en el secundario... Quizás no lo recordés pero nos cruzamos varias veces por la ciudad.
-No te quería hacer sentir mal después de los mensajes que me mandaste.
-¡Emma! No empecés otra vez con eso de herirme porque no te va a salir bien -se quejó-. ¿Tan difícil te es aceptar que querías algo de compañía?
-No quería compañía -me irrité-. Quería estar sola, disfruto mucho de mi soledad. ¿Eso solía hacerlo cuando estaba en el secundario?
Una gota recorrió mi rostro y otras no tardaron en unírseles. Comenzó a llover pero no me moví de allí. Quería que el agua acariciara mi piel y me cubriera de frío y temblores. Quería tener algo más en qué pensar y el frío helaba todo mi alrededor. Él tampoco se movió de mi lado y sólo guardó silencio. No tenía porqué quedarse bajo el agua, no tenía porque enfriarse con fuertes posibilidades de enfermarse pero aún así permanecía a mi lado.
-No estás sola, Em -susurró algo fuerte porque la lluvia no permitía oír bien-. Tenés mucha gente que te quiere a tu alrededor pero no te das cuenta -continuó-. No tiene nada de malo querer compañía y menos pedirla.
-Pues yo no la quiero, yo quiero sólo estar sola -casi le grité.
-¡Emma! -me gritó y volteó- Perdoname...
Sus labios se unieron a los míos y sus brazos me cubrieron. El frío estaba desapareciendo de mi ser y el calor que producía nuestro contacto comenzaba a apoderarse de mí. Nos separamos y rápidamente apoyé mi cabeza en su hombro, no quería verlo pero no quería que se fuera. Quería quedarme allí, apresaba entre sus brazos, prisionera de su calor. El calor humano que todos tenían pero yo creía mi ser había dejado de producir. Me abrazó con más fuerzas y la lluvia y su protección me permitieron llorar. Mi cuerpo descargaba la tristeza pero no sentía que realmente llorara porque las gotas y mis lágrimas se unían en el recorrido. Me alejé de todo y sólo sus brazos y mi cuerpo poblaron mi mente.
And it's hard to dance with a devil on your back
so shake him off.

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